Dominar el lenguaje, ser creativo e inquieto es básico para ser un buen autor
Todos tenemos esos días. Días en que dudamos de todo y de todos. Días en que no estamos seguros de que escribamos bien, de que de nuestra cabeza parece que sólo surgen ideas mediocres o poco creativas. Días en los que, ni las palabras de aprobación de familiares y amigos, consiguen levantarnos el ánimo y lo único que queremos es abandonar: guardar apuntes y blogs de notas y, simplemente, dar carpetazo. Y, claro, es entonces cuando surgen las preguntas: ¿realmente serviremos para escribir? ¿No nos estaremos mintiendo a nosotros mismos? ¿No será una pérdida de tiempo –y de dinero- insistir en una pasión que nos viene grande? Y ¿qué hay de querer publicar? ¿Será una buena idea optar por la autoedición? ¿No será mejor dejarlo estar?
En esos momentos de ofuscación, lo mejor es apagar el ordenador, respirar profundamente y, sin más, darnos un descanso. Pasadas las horas –o los días- y más tranquilos, no vendrá mal que hagamos un ejercicio de autocrítica. Porque, aunque escribir es un acto universal, no todos disponen de las habilidades necesarias para hacerlo de forma profesional. Y no se trata únicamente de redactar mejor o peor. Además de dominar la lengua en la que se escribe, es necesario disponer de otras habilidades para convertirte en un buen escritor. Algunas se tienen. Otras, se deben trabajar.
- Dominio de la lengua. Aunque no es la única característica que debe tener un buen escritor, sí que es indispensable para llegar a serlo. Si no dispones de un vocabulario amplio, nutrido y variado, si no controlas la gramática y la ortografía del idioma en el que escribes y si no sabes estructurar una narración para que sea coherente y atrape al lector, muy difícilmente podrás ser un autor que destaque sobre el resto. Para adquirir estas habilidades lo más importante es leer –mucho- y, a ser posible, tomar como referencia a grandes de la literatura universal. Además de empaparte de novelas, poemas, cuentos y microrelatos, puedes ampliar tus conocimientos sobre escritura y narración en talleres o cursos especializados en la materia.
- Creatividad. Como hemos dicho anteriormente, se puede ser un crack del lenguaje, pero que no tener ni un ápice de imaginación. ¿El resultado? Libros impecables a nivel de redacción, pero que no generan el más mínimo interés en los lectores. Textos bien escritos pero sin alma. Por suerte, de la misma forma que se puede trabajar la técnica, se puede desarrollar la creatividad. Existen talleres de escritura creativa donde puedes pulir tu estilo y, además, aprender distintos métodos para generar ideas y desarrollarlas.
- Inquietud. Además de creatividad, para ser un buen escritor se necesita ser una persona inquieta. Leer, formarse, investigar antes de abordar un tema deben ser prácticas habituales de cualquier autor que se plantee abordar la escritura de forma profesional y que, en algún momento, baraje la posibilidad de la autoedición. ¿Cómo escribir una novela sobre la España de entre guerras si desconoces personajes y hechos históricos? Un autor siempre debe estar dispuesto a aprender.
- Persistencia. Para llegar a ser un buen escritor, como para ser un buen actor, un buen cantante, un buen abogado o un buen economista, es necesario pasión, paciencia y mucha persistencia. Si cada vez que tenemos un mal día, nos damos por vencidos, entonces no llegaremos a convertir nuestro sueño de publicar en realidad. Pensemos en escritores como Marcel Proust, Lewis Carrol, Jorge Luis Borges o J.K. Rowling. Autores a los que les rechazaron sus obras no en una, sino en varias ocasiones. Si hubiesen desistido después del primer “no”, si no hubiesen optado por la autoedición, no sólo no hubiesen publicado sus libros, sino que además nos hubiesen privado de grandes historias.